Un amigo me dijo que estas fotos eran un homenaje al cuerpo femenino. Me sorprendió su afirmación. Nunca había pensado que estas fotos fueran «algo». No las hice con ninguna intención: ni homenajes, ni testimonios, ni denuncias, ni poner en valor, ni nada de nada. ¿Un cuerpo con una máscara es un cuerpo desnudo o un cuerpo vestido? ¿Acaso la máscara no es una especie de vestido, de uniforme, de barrera que oculta la personalidad? ¿O al revés, un complemento, un adorno que la resalta? No, esas preguntas nacieron muchos años después.
En aquel momento solo estaba jugando, jugando exactamente como jugaban mis hijos y sus amigos en las fiestas de cumpleaños, pues ese es el origen remoto de estas fotos: los niños jugando con las máscaras y, de repente, un adulto, en broma, entre risas, coge una y se la pone un momento, solo un momento, como algo divertido, gracioso, mientras los niños juegan y sus padres buscan la manera de pasar el rato, simplemente pasar el rato de forma placentera o, al menos, agradable. Y entonces yo, casi de manera automática, hago unas cuantas fotos, sin ninguna intención oculta, sin pretensiones artísticas o intelectuales, solo por diversión, como parte de ese largo juego que se desarrolla en esas tardes de cumpleaños que se alargan horas y horas, donde hay tiempo para todo, hasta para tener esas ideas impensadas: «¿Y si cojo esas máscaras y…?». Pero eso ocurre luego, otro día, cuando los niños ya se han cansado de ellas. Entonces ese adulto que quiere seguir jugando empieza a usarlas para otras fotos, fotos que no son nada, que no pretenden nada, que solo forman parte de un juego, de otros juegos posibles.
Como decía, al principio no hay interés, ambición, vanidad ni orgullo. Solo fotos divertidas, fotos que luego se quedan sin enseñar porque son íntimas, o que se mostrarán a muy pocas personas, hasta años después, cuando uno se las encuentra y piensa: «Podría hacer algo con ellas». «Debería hacer algo con ellas». Pero eso pasa después, mucho después. El adulto le da la vuelta a todo. Aunque a veces las respuestas llegan antes que las preguntas.
Alfonso Vila nació en 1970 en Valencia. Ha vivido en Orihuela, Bruselas, Alicante, Denia, Madrid, Barcelona, Tarragona y Debrecen (Hungría). Ha escrito en muchas revistas, como: Cuadernos del matemático, Hypérbole, Papel de Periódico, La Soga, Le Miau Noir, Circe, Kopek, Artnoir, Poscultura y Jot Down. También ha ganado algunos premios, como Miguel de Cervantes, Jaume Roig, Vila de Canals, Diputación de Castellón, Ciudad de Getafe, Cortes Valencianas, Marco Fabio Quintiliano, Dionisia García, Mariano Roldán y Villa de Cox. Ha publicado novelas, libros de poesía, de relatos y de ensayo. También hace fotos. A veces es un fotógrafo que escribe y otras veces un escritor que hace fotos.
Pase privado
ISBN: 979-13-990958-9-0
Autor: Alfonso Vila Francés
Tapa blanda: 20 x 20 cm
Páginas: 124
PVP: 20€